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domingo, 24 de enero de 2016

Un imperio propio. Cómo los judíos inventaron Hollywood

Traducido por:  Violeta Fernández Castro, María Fernández Valls, Marta Gámez Márquez y Raquel Ibáñez de la Torre.




                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Prólogo de Román Gubern
Introducción, edición y apéndice de Diego Moldes.
Este libro explora la fascinante cuestión de cómo Hollywood fue creado principalmente por un notable grupo de hombres que encajan en una demarcación demográfica muy pequeña y concreta: inmigrantes judíos europeos, la mayoría de ellos pobres, la mayoría de ellos del lado este de Manhattan, ninguno de ellos practicante del judaísmo, la mayoría de ellos procedentes de familias con figuras paternas débiles. Pero juntos se mudaron a una ciudad casi completamente protestante y crearon la el modo más exitoso de entretenimiento popular en Estados Unidos, la presentación de una versión idealizada de la vida americana para una nación en una constante búsqueda de nuevos mitos nacionales. Lo más fascinante de este libro es la brecha entre el mundo mítico que nos presentan y su propia realidad.
Neal Gabler fue uno de los presentadores del programa nacional de crítica cinematográfica Sneak previews en el canal PBS y apareció en varios programas de televisión y radio, como Good morning America o Entertainment tonight. Los artículos y críticas de Gabler se han publicado en New York Times, The Nation, American Film, Child magazine, Oui, Signature y muchas otras revistas. Cuenta con estudios de postgrado en cine y cultura americana y ha impartido clases en la Universidad de Míchigan y en la Universidad del Estado de Pensilvania. Nació en Chicago y vive con su mujer y dos hijas en el barrio de Brooklyn Heights, Nueva York.
Román Gubern
Hace ya más de cincuenta años, cuando residía en California e impartía allí clases de Historia del Cine en algunas universidades locales, pregunté un día al historiador Robert Rosenstone, amigo mío y judío de ascendencia rumana, si era cierta la extendida creencia de que las industrias de la comunicación y del espectáculo estaban vinculadas en Estados Unidos a intereses judíos. Me contestó que era una pregunta políticamente incorrecta, o que no era de buen tono formular, pero que me respondería. Me contó que los judíos que llegaron a Estados Unidos a finales del siglo anterior o principios del siglo xx, procedentes de Europa central u oriental, fugitivos de pogromos, de la discriminación racial o de la miseria, no fueron aceptados en Estados Unidos en los círculos de los «negocios respetables» y por eso tuvieron que buscarse la vida en el mundo de los espectáculos populares y actividades similares (en el llamado expresivamente entertainment), alejados de los salones de la burguesía respetable. Tuve que esperar a 1989, residente ya en España desde la muerte del general Franco, para poder leer la documentada y fascinante historia de Un imperio propio, de Neal Gabler, que ahora comparece oportunamente traducida entre nosotros.
http://www.editorialconfluencias.com/

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