Paula
Moreno se puede sentir orgullosa de sus tutores. Desde su mamá, una abogada que
siempre le ha enseñado a seguir adelante y cumplir sus metas; su abuelas, tías
y primas de Santander de Quilichao, Cauca; las cantadoras del Pacífico
colombiano, como Inés Granja, y Malcolm Deas, el historiador.
Moreno es
la misma persona en La Chorrera, en el Amazonas; sentada desayunando con las
cantadoras de la Red del Pacífico Sur, en Timbiquí, o en la junta directiva de
la Fundación Ford, en Nueva York, de la que hace parte.
Es la nieta,
la sobrina y la hija de unas mujeres que la empoderaron desde niña, pero que
nunca le dijeron que ser afro era un problema, eso no existía en su casa de
Bogotá, donde Paula Moreno creció y se convirtió en una ingeniera industrial
que siguió estudiando fuera del país en universidades como Cambridge, en
Inglaterra, o en MIT y Yale, en Estados Unidos.
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