Hay escritores que necesitan pisar muchos suelos,
viajar, recorrer calles y plazas para indagar sobre lugares y gentes que van a
describir. A.J.Finn no ha necesitado eso, precisamente. Porque su viaje ha sido
interior, el del trastorno mental y la depresión, y porque su libro se
desarrolla en un solo emplazamiento: una casa de cuatro plantas en la que su
dueña agorafóbica se refugia del mundo y desde la que presencia un posible
crimen entre los delirios de la medicación y el alcohol. El resultado es La
mujer en la ventana (Grijalbo), una reverencia técnica y emocional a Alfred
Hitchcock, otra a Patricia Highsmith y una terapia personal para el autor que
–además, bingo- se ha convertido en número uno para The New York Times y
acumula más de 30 traducciones.
Fuente: https://elpais.com/
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