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"Tormentero" |
François Truffaut en su
momento sentenció que en el futuro del cine sería más personal y que cada
cineasta contaría con su propia voz su realidad. No tardó mucho tiempo para que
ello fuera así. Y tomemos cuatro películas de las secciones más principales y
de diferentes nacionalidades en este FICCI 57 para verificar la sentencia del
cineasta francés de los “400 golpes”.
“Gemas” presenta un
filme brasilero (ya proyectado en Cannes el año pasado) donde Sonia Braga es protagonista y su
director es Kleber Mendoza Filho. Una fábula donde primero cabe rescatar la
presencia ya lejana de “Doña Flor y…”, en un papel que no la desmerece (aunque
ya se le notan los años), pero que aún conserva fresca toda su carga sensual y,
es que el personaje lo tiene. Además, el filme tiene unos diálogos sinceros que
hablan de la lealtad (la de sus seres queridos).
De todas formas la
cinta plantea que el progreso en el espacio citadino es importante, pero que la
presencia del ser humano no debe desmerecer nada para lograr imponer nuevas
normas de heterotopías y, de esa especulación inmobiliaria que claudica ante esos
seres humanos como Clara (una metáfora del vivir anclado en un pasado con los
recuerdos más bellos como el sexo y la música).
De manera que esta
cinta contada en tres capítulos, plantea una historia real de la vida, y que
sirve para dejar en claro que la vida bien vale la pena vivirla a pesar de
todos los sinsabores. Que solo se vive una vez y que "la música es como el
rostro de una mujer al que hay que adorar".
De “Gemas”
interesante también, es la película “Elle” y galardonada con el “Globo de Oro”
este año. El cineasta Verhoven arranca este atrayente thriller con la violación
(elíptica) de Michelle (Huppert). A partir de este momento comienza una
historia de cómo dicha mujer ¿se enfrentará de nuevo al violador? Para ello, el
cineasta recorre todos los aspectos de una cotidianidad en aparente sosiego de
una mujer valiente como Michelle, para llevarnos de la mano de ella, a alguien
que acecha sin ser visto.
Verhoven se sale con la suya, pues el elemento clave en
casi toda la intriga es el asesino omnisciente (hasta cierto punto) y una
Michelle con ganas de ¿intentar eludir el asunto? Todo será posible en la medida
en que la mujer consigue a través de sus “instintos básicos” (parafraseando al
emblemático filme del cineasta holandés) resistir una vez más a su transgresor
"omnisciente". Visto así el asunto, de pronto, un drama muy intenso
por momentos.
Tomemos ahora dos cintas de habla hispana. De la “Sección
Oficial”, “Mimosas” una cinta del cineasta Oliver Laxe que triunfó en el
reciente festival de cine de Cannes y nos muestra de forma contemplativa la
certeza humana. Y lo hace a través de personajes icásticos para que esa
individualidad (hasta en el alma) trascienda a una fortaleza espiritual que
resulte inmutable.
Historia de pronto nada fácil en su lectura, pero entre
esos peregrinos que observamos en la pantalla y que acompañando al mortecino
jeque, se encuentra Ahmed. Un simbolismo a través de un joven que nos
representa cierta aprensión sobre la existencia terrenal. En definitiva lo
simbólico hallado en esta cinta nos “habla” sobre la construcción personal y la satisfacción espiritual en
medio de un paisaje (gran acierto del filme) que nos hace comprender
emocionalmente a cada uno de los personajes principales.
Nada de ironía pues, ya que esta narración
en tres tiempos y bajo el signo del camino espiritual, se observa un relato mítico
con lo inexistente y un viaje espiritual. Sin lugar a dudas, una voz propia del
cineasta que nos habla del poder alterador de la fe y una lección
antropológica, para estos tiempos de documentalistas sin emoción.
Terminamos con la cinta nacional
“Tormentero”. Un filme de la sección de cine colombiano. Propuesta borrosa en
su metáfora para hablarnos de la naturaleza acusadamente como viva (la escena
de amor sobre una mujer que yace sobre la tierra, puede reafirmarlo). Pero es a
través de un anciano, un personaje nada distante de sus afanes tanto en su
espacio como en su tiempo y hasta en su propio argumento; el conductor de una
trama que constantemente se pierde en la intención por interpretar el enfrentamiento
del hombre a sus raíces, a lo tedioso y melancólico de su vida.
El festival apenas comienza, pero sin
lugar a dudas, se percibe ese olor de cine de autor e independiente que, aunque
de pronto en la taquilla no dará un peso, permite expresarse. Eso es lo que
cuenta en este nuevo cine colombiano. Ya no interesa (salvo excepciones) la
estructura de filmes que se sustenten en la descripción del paisaje de
devastación emocional de los asuntos a tratar, el lirismo cuenta poco y no sé
por qué.