En la jerga cinematográfica se conoce como shockumentary a aquella película documental en la que la representación del mundo real se lleva a cabo sirviéndose de estrategias propias del cine de ficción con el objetivo de captar al espectador mediante temáticas escabrosas o sensacionalistas. El estado de aturdimiento que podía percibirse ayer entre buena parte de los asistentes a la proyección de Ni juge, ni soumise bien podría llevarnos a catalogar a este documental belga como shockumentary si no fuera por un pequeño detalle: En su realización no hay concesión alguna a la ficción, más bien todo lo contrario.
SINOPSIS
La extraordinaria y nada convencional jueza Anne Gruwez nos lleva a la trastienda de investigaciones criminales reales. Durante tres años el equipo satírico que está detrás de la serie televisiva de culto Strip-Tease capturó lo que nadie hasta entonces se había atrevido a filmar. Sin concesiones y de un modo políticamente incorrecto. No daréis crédito a vuestros ojos. No es cine: ¡es peor!
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